jueves, 28 de octubre de 2010

Lo mío, ¿de todos? I



    Hace  tiempo que estoy obsesionada con el tema de los espacios públicos, los espacios privados y sus límites cada vez más difusos. Me llamaba especialmente la atención, y lo sigue haciendo, el tema de lo público y lo privado en Internet. No aguanté más mi curiosidad y recurrí a mi fiel amigo Google para preguntarle al respecto. Encontré, en la página del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM  un libro muy interesante y súper atinado: Lo público y lo privado en internet. Intimidad y libertad de expresión en la web, de José Julio Fernández (¡muy, muy atinado!).

    

         El libro trata varios aspectos sobre la presencia fundamental de Internet en la realidad social de hoy en día y menciona los cambios cualitativos, y cuantitativos, que provoca. También dedica un capítulo entero al tema de lo público y lo privado en Internet, e introduce nuevos conceptos de sociabilidad, de relacionarse con la realidad, entre otros temas.
    El capítulo 2 trata de los cambios cualitativos que provoca Internet en la posición del usuario que ahora resulta ser multidireccional. La posición de éste cambió totalmente: antes el receptor de comunicación era pasivo. Ahora el usuario es creador y emisor de información. Cambia la dinámica del público que ahora es más interactivo e hiperactivo. Se da, entonces, un cambio radical en los esquemas clásicos de la comunicación: los medios de comunicación tradicionales son unidireccionales o bidireccionales: el emisor producía el mensaje que el receptor recibía de manera pasiva y sin intervenir en la conformación de la información. Si nos centramos en los medios masivos de comunicación, vemos que son unidireccionales ya que toda la comunicación sale del emisor, el receptor la recibe de forma pasiva y además la información es transmitida con carácter generalista que responde a la lógica de la oferta del mercado. Con internet la diferencia entre comunicación individual y comunicación de masas se relativiza, incluso pierde sentido. Hoy en día la información no llega al usuario, sino que es éste el que accede a ella según sus intereses.  Con la web 2.0 todo el mundo es editor: el papel del emisor-creador-productor de comunicación y el del receptor se confunden y convergen en una figura que adopta el perfil que quiere en la Red. El concepto de receptor pasivo que recibe la información del medio de masas, es sustituído por una interacción multidireccional: el usuario tiene el control y escoge entre todas las ofertas que hay en la red. Es más, el usuario propone nuevas ofertas que pueden ser escogidas por otros y así sucesivamente; todos los implicados tienen papeles activos. Para poner un ejemplo, yo grabo un video y lo subo a Youtube. Un amigo levanta ese video y lo comparte en Facebook. Cinco personas comentan ese video y uno de ellos levanta el link y lo comenta en Twitter, donde otras muchas personas lo van a poder ver también.



    



      Esta interacción invalida, o por lo menos pone en tela de juicio, la lógica de oferta y demanda de los medios de comunicación tradicionales  e introduce la lógica de la demanda individualizada. En la actualidad, el receptor es una parte vital para configurar el mensaje, influye directamente en la elaboración de contenidos y se adueña de la información. Pero, hasta un cierto punto. Desde que existe la comunicación existe, valga la redundancia, el problema de la propiedad de la información: ¿Quién emite la información? ¿Quién es el dueño de los medios por los cuales llega la información a los usuarios? El receptor no es tan dueño de la información como parece; hay algunos intermediarios: los operadores que controlan tanto los contenidos disponibles como a los servidores que permiten el acceso a ellos. Es muy importante tener en cuenta todos los actores que participan y sus complicadas relaciones e interacciones alrededor de los procesos de comunicación en Internet para entender la totalidad de la multidireccionalidad e interactividad del usuario. Un cambio fundamental en el proceso de comunicación es que la audiencia ahora es masiva, pero no de masas: es heterogénea y segmentada, por lo tanto los dueños de los soportes, de los portales, etc., tienen que ofrecer un modelo de comunicación que se adapte al usuario, y no al revés.

    Más adelante, en el libro se menciona el asunto de los personajes públicos y los personajes privados y su aparente posición igualitaria en la Red. Más adelante me explayaré al respecto, pero a modo introductorio es mue importante saber que Internet relativiza las diferencias entre lo público y lo privado, por lo tanto relativiza también a los personajes de cada espacio. Lo público y lo privado ya no aparecen como espacios separados, aislados, sino que lo hacen como ámbitos complementarios en constante redefinición. Y esto supone un gran problema a nivel jurídico, especialmente en la jurisprudencia que ante los excesos de la libertad de información no parece ser operativa. Hay varios y profundos debates sobre esta cuestión, ya que la gran mayoría de las veces el espacio, digamos país, del que se emite la información no es el mismo que la recibe: el receptor y el emisor, por lo general, no comparten el mismo marco jurídico, por lo tanto cosas que son legales en un país pueden no serlo en otros. Entonces, ¿cómo debe actuar el derecho? ¿Siguiendo el derecho internacional, el derecho público o el privado? Los parlamentos y Estados deberían poner el tema en el centro del debate público, antes que se les vaya de las manos.
    Pero volviendo a los personajes públicos y privados, hoy en día con el Twitter podemos estar al tanto de la rutina y seguir los pasos de personajes famosos. Celebridades, políticos, deportistas, escritores y usuarios anónimos se ven unidos por los tweets, que provoca la sensación de igualdad entre todos estos diversos usuarios, públicos y privados, cosa que no sucede con los medios masivos de comunicación, en los cuales el individuo se encuentra en una posición de desigualdad. En la web, la capacidad de reacción de un usuario X puede ser igual y tener la misma fuerza y eficacia que la de un personaje público famoso. Pensemos que como usuarios-editores podemos difundir nuestro mensaje a un número potencial de navegantes sin gastar mucha plata y sin toparnos con mayores obstáculos tecnológicos, o al menos con los mismos con los que se toparía una gran empresa. Pero de nuevo, no nos engañemos. Más allá de todo lo expuesto anteriormente, siguen existiendo diferencias en las posibilidades de acceso y restricciones a diferentes sites. Todas las páginas son potencialmente accesibles, peru otro asunto es su real visibilidad que viene dada por la publicidad de dicha página, o por una adecuada construcción que permita ser detectada por los buscadores con mayor facilidad. Otro ejemplo de la presente desigualdad, es que hay varias páginas que para poder acceder se debe pagar una cuota. Y otro elemento crucial es el nivel cultural de los usuarios que determinan la búsqueda de uno u otro tipo de información. No caigamos en la ingenuidad de pensar que Internet es un mundo ideal democrático y libre; al final de cuentas Internet, como sistema de comunicación, se circunscribe en un sistema, en un paradigma, en una realidad, que determina hoy en día un determinado sistema de poder, en el cual no voy a profundizar mucho más, ya que significaría hacer por lo menos dos o tres posts más.


Esto sirvió a modo de introducción del tema que me quita el sueño. Lo sigo en el próximo post. Voy a ver si puedo dormir algo...

A.F.

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